Jaime Bobadilla

Lucha de Poderes del Estado en República Dominicana

¿Es así como se paga la lealtad de los aliados?

¡Basta ya de intromisiones! La aprobación del nuevo Código Penal, tras dos décadas de debates, estudios y tropiezos, representa el mayor consenso legislativo en la historia reciente de la República Dominicana. Con una abrumadora mayoría en ambas cámaras —159 votos a favor y solo cuatro en contra en la Cámara de Diputados, y 26 a favor con un solo voto en contra en el Senado—, el Congreso Nacional ha hablado con una voz clara y contundente. Este proyecto, que moderniza un código anacrónico de 1884, es el resultado de un esfuerzo titánico que refleja la voluntad del pueblo dominicano a través de sus representantes electos. Sin embargo, en un acto que raya en la insolencia, la primera dama, Raquel Arbaje, y las hijas del presidente Luis Abinader han decidido alzar su voz para cuestionar esta decisión soberana. ¿Quiénes son ellas para desafiar al Congreso, un poder del Estado, y pretender influir en una decisión que no les compete? La pregunta que retumba en el país es clara: ¿A quién hará caso Luis Abinader, al pueblo representado en el Congreso o a los caprichos de su familia?

El Congreso Nacional, como pilar de la democracia dominicana, ha demostrado una madurez legislativa sin precedentes. Según reporta Diario Libre, el proyecto del Código Penal, enviado al Poder Ejecutivo el 2 de agosto de 2025, será ley automáticamente si Abinader no lo promulga antes del 10 de agosto, conforme al artículo 101 de la Constitución. Este respaldo casi unánime no es un capricho pasajero, sino el fruto de años de análisis, debates y ajustes, con más de 164 modificaciones incorporadas por los diputados y validadas por el Senado. Temas polémicos como el aborto, que tanto ha dividido a la sociedad, quedaron fuera del texto final, y aun así, quienes apoyaban las causales votaron a favor, priorizando el bien común sobre diferencias puntuales. Este consenso histórico debería ser un motivo de orgullo, pero en cambio, se ve empañado por la intromisión de la familia presidencial.

Raquel Arbaje y las hijas de Abinader, al firmar una carta abierta junto a más de mil ciudadanos para rechazar el Código Penal, han cruzado una línea peligrosa. El Congreso no es un club de opiniones ni un espacio para que la familia del presidente imponga sus puntos de vista. Los legisladores, elegidos por el pueblo, son los únicos con la autoridad constitucional para aprobar leyes. Pretender que la primera dama o las hijas del presidente tengan voz en este proceso es un ataque directo a la separación de poderes, un principio sagrado de nuestra democracia. ¿Acaso creen que su posición en el Palacio Nacional les otorga el derecho de usurpar las funciones del Poder Legislativo? Esta intromisión no solo es inaceptable, sino que pone en entredicho el liderazgo de Luis Abinader, tanto en su familia como en su partido y en el gobierno.

Abinader enfrenta un dilema que definirá su legado. Si cede a las presiones de su esposa e hijas, estará traicionando la voluntad de un Congreso que representa al pueblo dominicano. Si promulga el Código Penal, como lo exigen los legisladores y líderes como Ricardo de los Santos, demostrará que su compromiso es con la nación y no con intereses familiares. La historia no perdona a los líderes débiles, y la percepción de que Abinader no puede controlar las opiniones de su familia ya siembra dudas sobre su autoridad. ¿Es el presidente de la República o un hombre atrapado entre las demandas de su hogar y las responsabilidades de su cargo? Su silencio hasta ahora no hace más que alimentar las sospechas de que carece de la firmeza necesaria para liderar un país que exige decisiones claras.

La aprobación del Código Penal no es un tema menor. Es un instrumento que fortalecerá la lucha contra el crimen, endurecerá las penas para delitos graves y modernizará la justicia dominicana. Que la familia presidencial, desde la comodidad del Palacio, intente frenar este avance es un insulto a los legisladores que trabajaron incansablemente para lograr este consenso. Alfredo Pacheco, presidente de la Cámara de Diputados, expresó su indignación por la forma en que la familia de Abinader ha tratado a los congresistas, recordándoles que su esfuerzo fue clave para llevar al PRM al poder.

¿Es así como se paga la lealtad de los aliados?

La separación de poderes está en juego, y si Abinader acoge el llamado de su familia, estará abriendo la puerta a un precedente peligroso donde el Palacio Nacional se convierte en un cuarto poder que pisotea la institucionalidad.

No podemos permitir que la voluntad del pueblo, expresada a través de un Congreso unido, sea desestimada por caprichos familiares. Abinader debe decidir: ¿gobierna para la nación o para su hogar? Si opta por lo segundo, no solo estará socavando la democracia, sino que confirmará que su liderazgo es frágil, incapaz de resistir las presiones internas. El pueblo dominicano observa, y la historia juzgará. ¡Que no se atreva a fallarnos!

Publicar un comentario

0 Comentarios

Ad Code

Responsive Advertisement