Jaime Bobadilla

Oposición al Gobierno

A decir verdad que este país es de lo mejor; mientras el presidente Danilo Medina es bien valorado en todas las encuestas, los ciudadanos entienden que en materia económica estamos mal y, peor aun, en combate a la corrupción, peor. Esto se debe al manejo cauto que tiene nuestro presidente, conciliador, mediador, paciente, en busca siempre del consenso y, sobre todo, decente. Lo malo del gobierno no es mas que lo malo de nuestra nación. Arrastramos problemas que se reflejan en todos los estratos de la sociedad y donde es mas preocupante es en el tren gubernamental.

Ya sabemos que la delincuencia nos tiene a todos con temor en las calles y que las cifras, en lugar de bajar, aumentan. La educación dominicana deja mucho de que hablar, el narcotráfico anda en sus anchas por mar y tierra, la economía, como siempre, solo aumenta en lo macro, por lo que nunca hay circulante y, uno de los mayores problemas es la justicia; débil, titubeante. Y es por eso que la corrupción publica administrativa nos mata como el cáncer al cuerpo. Lo cruel es que en el país, a menos de 2 años para las próximas elecciones, no se vislumbra una oposición clara.

El partido llamado a ejercer esta oposición es el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ya que tiene mas de 15 años corriendo por el carril de adentro y partiendo de la gatera en la posición numero 1. Esto se debe a que el PRD ha ganado las últimas elecciones como partido, frente a cualquier partido que se enfrente; solo que, nunca ha cuajado una alianza provechosa. El PRD debería estar en una posición privilegiada para los comicios venideros con solo presionar la llaga del gobierno, la corrupción; pero en lugar de esto se ha aventurado en una lucha interna que lo ha dividido y ahora se fracciona.

Se dice que la oposición es necesaria para el libre ejercicio de la democracia; aunque no nos unimos a este postulado, aceptamos que el balance nunca le ha hecho mal a nadie. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que actualmente es el partido oficialista, ha hecho de sus políticas partidarias las políticas de la nación, a la cual se le agregan los caprichos e intereses de algunos funcionarios inescrupulosos. Y con solo una verdadera y sana oposición se podría frenar la vorágine que crea la borrachera del poder absoluto.

Por: Jaime Bobadilla

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