Jaime Bobadilla

Domingo de Ramos

Hoy toda la iglesia Católica celebra el Domingo de Ramos. Es una de las celebraciones mas antiguas de la iglesia, en el entendido que, todos los evangelios lo recogen, en presencia de todos los apóstoles y discípulos del Señor, así como también una gran multitud que lo seguía. Hoy sabemos que, el único que sabía los sucesos después del primer Domingo de Ramos, era Jesucristo, porque ahí todos íbamos alegres a entronizar al hijo de Dios y heredero al trono del rey David. Todos contentos, en actitud de fiesta, mientras el festejado, sonriente, estaba caminando hacia su muerte. Y que muerte! nos dice san Pablo.

Aun en estos días no llegaremos a entender como actúa el Señor en la historia, en nuestra historia, porque todavía no nos hemos percatado que Jesús murió por nuestras culpas, que cometimos la primera Barrabasada al preferir al delincuente en lugar del Justo. La celebración de Domingo de Ramos entra en la historia para denunciarnos, para que veamos nuestros corazones pletóricos de dobleces, que llevamos al Rey a su trono en domingo y ya para el viernes lo estamos clavando en la cruz. Él que nos tiene como su viña amada y nosotros le pagamos con fruto amargo.


Si esto lo hacen con el leño verde, con el seco, que no se hará?. Los hombres solo actuamos por capricho y esa conducta nos ha definido a través de todos los tiempos. Por eso no podemos quejarnos de las consecuencias de nuestros actos, los hechos terribles, asesinatos, genocidios, abortos, esclavitud, trata de blancas, narcotráfico, guerras, políticas de estados que apoyan la cultura de la muerte y nadie las puede denunciar, ya que ninguno de nuestros corazones esta libre de pecado.

Solo nos mantiene la esperanza el saber, que Jesús fue a la cruz como sacrificio grato a Dios, como el cordero que expía todos nuestros pecados, incluso aquellos que aun no hemos cometido. Y ahí esta la grandeza del amor de Dios, que ha entregado a su hijo, su único, por amor a nosotros y no lo hizo cuando eramos buenos, sino, en el pleno esplendor de nuestros grandes pecados. Ya solo nos queda recordar el anuncio que se te hizo a ti y a mi en el miércoles de ceniza: "Conviértete y cree en el Evangelio".

Por: Jaime Bobadilla  


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